sábado, 23 de noviembre de 2019

Compendio Doctrina Social de la Iglesia


Gregorio Guitián

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia

Fuente: www.opusdei.es

“Os recomiendo que uséis habitualmente el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, un instrumento completo y valioso”, señaló el Papa Francisco. La Oficina de Información del Opus Dei ha editado un libro electrónico gratuito del Compendio en formatos ePub, Mobi y PDF, disponible de modo gratuito en las plataformas de Amazon Kindle y Apple iTunes.
Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Francisco ha recordado con mucha frecuencia –con gestos y palabras– las consecuencias sociales del Evangelio, muy particularmente en relación con las personas y los pueblos más desfavorecidos. El Papa difunde las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia en numerosas intervenciones, invita a conocerla cada vez mejor y anima a buscar modos de ponerla en práctica en la vida cotidiana.
Para esa tarea es necesaria una orientación y es ahí donde Francisco, pensando sobre todo en los fieles laicos, recomienda recurrir habitualmente al Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia:
«Al pensar en vuestra “misión en la ciudad”, en contacto con las complejas problemáticas sociales y políticas, os recomiendo que uséis habitualmente el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, un instrumento completo y valioso. Con la ayuda de esta “brújula”, os animo a trabajar por la inclusión social de los pobres, teniendo siempre para ellos una particular atención religiosa y espiritual»[1].
El Compendio fue publicado en 2004 y tiene su origen en el Catecismo de la Iglesia Católica. El Catecismo despertó el anhelo de contar con un instrumento semejante que recogiera con mayor detalle la Doctrina Social de la Iglesia, y así, en 1999, durante el Sínodo de la Iglesia en América, un Padre sinodal sugirió la posibilidad de redactar un documento de este tipo. San Juan Pablo II acogió la propuesta con solicitud e impulsó la preparación de lo que hoy es el Compendio: una presentación sintética y sistemática de la Doctrina Social de la Iglesia, aunque como es obvio, no incluye el Magisterio posterior a su fecha de publicación.
Para dar una muestra del deseo que la Santa Sede tiene de que se conozca este documento, basta decir que ha sido traducido oficialmente a dieciséis lenguas, más que ninguna encíclica social de la historia.
El Compendio consta de 583 números y de unos índices que ocupan alrededor de doscientas páginas en la edición oficial impresa. Esos índices pormenorizados son muy útiles porque permiten una búsqueda rápida del contenido del Compendio sobre cualquier tema social con relevancia moral.


El valor de la Doctrina Social de la IglesiaLa edición electrónica que ofrecemos aquí incluye esos índices con los enlaces a los correspondientes números del documento, facilitando así la consulta de contenidos concretos. Como desea el Papa, se trata de que podamos conocer mejor este aspecto del rico patrimonio doctrinal cristiano.
Dios nos ha llamado a la vida en una época en la que es más fácil ser conscientes de las dificultades y retos que los hombres y los pueblos tienen ante sí, en distintos lugares del mundo.
Portada del libro electrónico "Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia", editado por la Oficina de información del Opus Dei.Portada del libro electrónico "Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia", editado por la Oficina de información del Opus Dei.
Es más fácil también darnos cuenta de los profundos cambios que ha experimentado la vida social en los últimos siglos; cambios que aunque no impiden amar al mundo apasionadamente, como enseñaba san Josemaría, en ocasiones plantean problemas de los que los cristianos no podemos desentendernos.
Y en este entorno, quizá más complejo, también ha de resultar cada vez más fácil descubrir el valor de la aportación que supone la Doctrina Social de la Iglesia. Hay quien ha dicho, no sin un punto de ironía y sentido del humor, que esta enseñanza es el secreto mejor guardado de la Iglesia[2].
La Doctrina Social de la Iglesia procede de la razón iluminada por la fe y por la rica experiencia de la tradición eclesial, y constituye una reflexión sobre las condiciones de la vida social que permiten a las personas y a los pueblos un desarrollo integral.
La Iglesia es consciente de que el esfuerzo para solucionar los problemas de la sociedad en el ámbito político y económico está amenazado muchas veces por la prevalencia de intereses egoístas y de poder.
Por eso la Iglesia quiere ofrecer, junto con la ayuda de la gracia que nos llega mediante los sacramentos, una enseñanza social que pueda contribuir a purificar la razón para que sea más fácil percibir lo que es justo y debe hacerse, y para luego ponerlo en práctica[3]. Esa es la Doctrina Social de la Iglesia y, para conocerla, el Compendio es buen comienzo.
Gregorio Guitián
Facultad de Teología. Universidad de Navarra.
[1] Francisco, Mensaje a los participantes en el Congreso organizado por el Vicariato de Roma sobre el tema «La misión de los laicos cristianos en la ciudad», Vaticano, 7 de marzo de 2014. Cfr. también Exhortación Apostólica «Evangelii gaudium», 184.
[2] Cfr. E. P. Deberri, J. E. Hug y otros, Catholic Social Teaching: Our Best Kept Secret, Orbis Books, Washington D.C., 2003.
[3] Cfr. BenedictoXVI, Encíclica «Deus caritas est», 28a.



sábado, 16 de noviembre de 2019


ACEPRENSA, Así piensa el Papa Francisco

  • 14.MAR.2013
Sin miedo y con mano tendida

En su predicación y declaraciones, Jorge Mario Bergoglio ha sabido ir al núcleo de las cuestiones, de un modo que no deja a nadie indiferente. Una selección de discursos y documentos recientes de cuando era arzobispo de Buenos Aires permite ver su manera de enfocar problemas de fe y cuestiones sociales.
La vocación. Cuando rondaba los 17 años, un 21 de septiembre (fecha en que en Argentina los jóvenes celebran el día del estudiante), se preparaba para salir a festejar con sus compañeros. Pero decidió arrancar la jornada visitando su parroquia. Cuando llegó, se encontró con un sacerdote que no conocía y que le transmitió una gran espiritualidad, por lo que decidió confesarse con él. “En esa confesión me pasó algo raro, no sé qué fue, pero me cambió la vida; yo diría que me sorprendieron con la guardia baja”.
Más de medio siglo después lo interpreta así: “Fue la sorpresa, el estupor de un encuentro; me di cuenta de que me estaban esperando. Eso es la experiencia religiosa: el estupor de encontrarse con alguien que te está esperando. Desde ese momento para mí, Dios es el que te ‘primerea’. Uno lo está buscando, pero Él te busca primero. Uno quiere encontrarlo, pero Él nos encuentra primero”.
“Primero, se lo dije a mi papá y le pareció muy bien. Pero la reacción de mi mamá fue diferente. La verdad es que la vieja se enojó mal” (El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ, Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 45-47).



FE Y NUEVA EVANGELIZACIÓN

Nueva evangelización. “No podemos permanecer en un estilo ‘clientelar’ que, pasivamente, espera que venga ‘el cliente’, el feligrés, sino que tenemos que tener estructuras para ir hacia donde nos necesitan, hacia donde está la gente, hacia quienes deseándolo no van a acercarse a estructuras y formas caducas que no responden a sus expectativas ni a su sensibilidad. Tenemos que ver, con gran creatividad, cómo nos hacemos presentes en los ambientes de la sociedad haciendo que las parroquias e instituciones sean instancias que lancen a esos ambientes. Revisar la vida interna de la Iglesia para salir hacia el pueblo fiel de Dios. La conversión pastoral nos llama a pasar de una Iglesia ‘reguladora de la fe’ a una Iglesia ‘transmisora y facilitadora de la fe’” (El Jesuita. pp. 77-78).
“[En Buenos Aires] buscamos el contacto con las familias que no frecuentan la parroquia. En lugar de ser solo una Iglesia que acoge y que recibe, tratamos de ser una Iglesia que sale de sí misma y que va hacia los hombres y las mujeres que no la frecuentan, que no la conocen, que se han ido, indiferentes. Organizamos misiones en las plazas públicas, en las que se reúne mucha gente: rezamos, celebramos la misa, proponemos el bautismo que administramos tras una breve preparación. Es el estilo de las parroquias y de la misma diócesis. Además de esto, tratamos de llegar a las personas que se encuentran lejos mediante los medios digitales, la red y los mensajes cortos” (Entrevista con Andrea Tornielli para Vatican Insider, 24-02-2012).
“Dios vive en la ciudad y la Iglesia vive en la ciudad. La misión no se opone a tener que aprender de la ciudad –de sus culturas y de sus cambios– al mismo tiempo que salimos a predicarle el evangelio. Y esto es fruto del evangelio mismo, que interactúa con el terreno en el que cae como semilla” (25 agosto 2011).
Año de la fe. “Cuando no se transita por la puerta de la Fe, la puerta se cierra, la Iglesia se encierra, el corazón se repliega y el miedo y el mal espíritu ‘avinagran’ la Buena Noticia. Cuando el Crisma de la Fe se reseca y se pone rancio, el evangelizador ya no contagia sino que ha perdido su fragancia, constituyéndose muchas veces en causa de escándalo y de alejamiento para muchos.
”El que cree es receptor de aquella bienaventuranza que atraviesa todo el Evangelio y que resuena a lo largo de la historia, ya en labios de Isabel: ‘Feliz de ti por haber creído’, ya dirigida por el mismo Jesús a Tomás: ‘¡Felices los que creen sin haber visto!’” (9 junio 2012).



FAMILIA

El respeto a la vida. “El aborto nunca es una solución. Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos vidas: respetar al ser humano más pequeño e indefenso, adoptar medidas que pueden preservar su vida, permitir su nacimiento y luego ser creativos en la búsqueda de caminos que lo lleven a su pleno desarrollo” (16 septiembre 2012).
“La batalla contra el aborto la sitúo en la batalla a favor de la vida desde la concepción. Esto incluye el cuidado de la madre durante el embarazo, la existencia de leyes que protejan a la mujer en el post parto, la necesidad de asegurar una adecuada alimentación de los chicos, como también el brindar una atención sanitaria a lo largo de toda una vida, el cuidar a nuestros abuelos y no recurrir a la eutanasia” (El Jesuita, p. 91).
Individualismo. “La puerta cerrada es todo un símbolo de este hoy. Es algo más que un simple dato sociológico; es una realidad existencial que va marcando un estilo de vida, un modo de pararse frente a la realidad, frente a los otros, frente al futuro. La puerta cerrada de mi casa, que es el lugar de mi intimidad, de mis sueños, mis esperanzas y sufrimientos así como de mis alegrías, está cerrada para los otros. Y no se trata solo de mi casa material, es también el recinto de mi vida, mi corazón. Son cada vez menos los que pueden atravesar ese umbral. La seguridad de unas puertas blindadas custodia la inseguridad de una vida que se hace más frágil y menos permeable a las riquezas de la vida y del amor de los demás” (1 octubre 2012).
Divorciados vueltos a casar. [A los divorciados que están en una nueva unión les diría] “que se integren a la comunidad parroquial, que trabajen allí porque hay cosas en una parroquia que las pueden hacer ellos. Que busquen ser parte de la comunidad espiritual, que es lo que aconsejan los documentos pontificios y el Magisterio de la Iglesia. El Papa señaló que la Iglesia los acompaña en esta situación. Es cierto que a algunos les duele no poder comulgar. Lo que hace falta en estos casos es explicarles bien las cosas. Existen casos en que esto resulta complicado. Es una explicación teológica que algunos sacerdotes exponen muy bien y la gente entiende” (El Jesuita, p. 91).
Matrimonio gay. “Está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (este es solo el instrumento) sino de una ‘movida’ del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios” (8 julio 2010).

SOCIEDAD

El relativismo y el poder, dos tentaciones para la política. “Esta ‘locura’ del mandamiento del amor que propone el Señor y nos defiende en nuestro ser aleja también las otras ‘locuras’ tan cotidianas que mienten y dañan y terminan impidiendo la realización del proyecto de Nación: la del relativismo y la del poder como ideología única. El relativismo que, con la excusa del respeto de las diferencias, homogeniza en la transgresión y en la demagogia; todo lo permite para no asumir la contrariedad que exige el coraje maduro de sostener valores y principios.
”El relativismo es, curiosamente, absolutista y totalitario, no permite diferir del propio relativismo, en nada difiere con el ‘cállese’ o ‘no te metas’. El poder como ideología única es otra mentira. Si los prejuicios ideológicos deforman la mirada sobre el prójimo y la sociedad según las propias seguridades y miedos, el poder hecho ideología única acentúa el foco persecutorio y prejuicioso de que ‘todas las posturas son esquemas de poder’ y ‘todos buscan dominar sobre los otros’. De esta manera se erosiona la confianza social que, como señalé, es raíz y fruto del amor” (25 mayo 2012).
Justicia social. “La justicia es la que alegra el corazón: cuando hay para todos, cuando uno ve que hay igualdad, equidad, cuando cada uno tiene lo suyo. Cuando uno ve que alcanza para todos, si es bien nacido, siente una felicidad especial en el corazón […] Qué despreciable en cambio el que atesora solo para su hoy, el que tiene un corazón chiquito de egoísmo y solo piensa en manotear esa tajada que no se llevará cuando se muera. Porque nadie se lleva nada. Nunca vi un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre. Mi abuela nos decía: la mortaja no tiene bolsillos” (7 agosto 2012).
Desencanto. “El desencanto tiene una dimensión escatológica. Ataca indirectamente, poniendo entre paréntesis toda actitud definitiva y, en su lugar, propone esos pequeños encantamientos que hacen de ‘islas’ o de ‘tregua’ frente a la falta de esperanza ante la marcha del mundo en general. De ahí que la única actitud humana para romper encantamientos y desencantos es situarnos ante las cosas últimas y preguntarnos: en esperanza ¿vamos de bien en mejor subiendo o de mal en peor bajando? Y surge entonces la duda. ¿Podemos responder? ¿Tenemos, como cristianos, la palabra y los gestos que marquen el rumbo de la esperanza para nuestro mundo?” (8 mayo 2011).
Trata de personas. “Hoy en esta ciudad queremos que se oiga el grito, la pregunta de Dios: ¿Dónde está tu hermano? (…) Quizá alguno pregunte: ¿Qué hermano? ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿El que estás matando todos los días en el taller clandestino, en la red de prostitución, en las ranchadas de los chicos que usás para mendicidad, para ‘campana’ de distribución de droga, para rapiña y para prostituirlos…? ¿Dónde está tu hermano, el que tiene que trabajar casi de escondidas de cartonero porque todavía no ha sido formalizado?… ¿Dónde está tu hermano? Y frente a esa pregunta podemos hacer, como hizo el sacerdote que pasó al lado del herido, hacernos los distraídos; como hizo el levita, mirar para otro lado porque no es para mí la pregunta sino que es para otro. ¡La pregunta es para todos! ¡Porque en esta ciudad está instalado el sistema de trata de personas, ese crimen mafioso y aberrante!” (25 septiembre 2012).

ACCIÓN DE LA IGLESIA

Peligro de perderse en lo mundano. “El peor daño que puede pasar a la Iglesia: caer en la mundanidad espiritual […] Esa mundanidad espiritual de hacer lo que queda bien, de ser como los demás, de esa burguesía del espíritu, de los horarios, de pasarla bien, del estatus” (2 septiembre 2012).
Servir. “El cardenalato es un servicio, no es un honor para enorgullecerse. La vanidad, el alardeo, es una actitud de espiritualidad mundana, que es el peor pecado de la Iglesia. (…) El arribismo, la búsqueda del éxito, pertenecen plenamente a esta espiritualidad mundana” (Vatican Insider, 24-02-2012).
Escándalos. “Es una invitación para ver a la Iglesia santa y pecadora, a ver ciertas faltas y ciertos pecados sin perder de vista la santidad de tantos hombres y de tantas mujeres que actúan en la Iglesia de hoy. No debo escandalizarme porque la Iglesia es mi madre: debo ver los pecados y las faltas como si viera los pecados y las faltas de mi mamá. Y cuando me acuerdo de ella, recuerdo sobre todo muchas cosas bellas y buenas que hizo, no tanto de las faltas o de sus defectos. Una madre se defiende con el corazón lleno de amor, antes de usar la palabra. Me pregunto si en el corazón de muchos de los que entran en esta dinámica de los escándalos habrá amor por la Iglesia” (Vatican Insider, 24-02-2012).
La Curia Romana. “Yo la veo y la vivo como un organismo de servicio, un organismo que me ayuda y me sirve. A veces llegan noticias no tan buenas, a menudo ampliadas y a veces manipuladas con amarillismo. (…) La Curia romana tiene defectos, pero me parece que se subraya demasiado el mal y demasiado poco la santidad de tantísimas personas consagradas y laicas que trabajan allí” (Vatican Insider, 24-02-2012).



Alfonso Aguiló, ¿Siempre de acuerdo con el Papa?



Interrogantes  Publicado el  Categorías La Iglesia católica y la historia
—Entiendo que los que no son católicos pueden estar o no de acuerdo con lo que diga el Papa. Pero, ¿y los católicos? ¿deben estar de acuerdo siempre y en todo?
El Romano Pontífice habla “ex cathedra” y goza por tanto de infalibilidad en razón de su oficio cuando, como supremo pastor y doctor de todos los fieles, proclama de una forma definitiva la doctrina de fe y costumbres. En esos casos, el Romano Pontífice no da una sentencia como persona privada, sino que, en calidad de maestro supremo de la Iglesia universal, en quien singularmente reside el carisma de la infalibilidad de la Iglesia misma, expone o defiende la doctrina de la fe católica.
En el n. 25 de la Constitución Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II, se señala también que los que somos católicos debemos aceptar con respeto el magisterio auténtico del Romano Pontífice aun cuando no hable “ex cathedra”, de tal manera que aceptamos con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad prestamos adhesión al parecer expresado por él, según su manifiesta mente y voluntad, lo cual se deduce o se concluye principalmente por la índole de los documentos, por la frecuente proposición de la misma doctrina, o por la forma de decirlo.
A la vez, es obvio que, como es natural, con frecuencia los documentos magisteriales de los Papas presentan además otro tipo de consideraciones: referencias a hechos históricos y a la cultura del momento, observaciones sobre cuestiones relativas a las ciencias, exhortaciones y sugerencias para la vida espiritual,  etc., que han de recibirse con respeto y afecto, pero que por su misma naturaleza no piden una adhesión en sentido estricto, salvo que en algún caso, por su relación con la fe o la moral, el tenor de la enseñanza lo requiera.
Es decir, se puede ser un buen católico y disentir de algunas apreciaciones o consideraciones hechas al hilo de lo que es propiamente la enseñanza magisterial, pero, si son efectivamente buenos católicos, deben expresarlo con prudencia y respeto, y evitando que esto les lleve a ignorar o a desaprovechar la gran riqueza espiritual que contienen las palabras de los Papas.
Alfonso Aguiló